En 2014 iniciamos la Campaña 55, enraizada en el Objetivo de Desarrollo del Milenio número 8, “Fomentar una Asociación Mundial para el Desarrollo”, y con el lema “Un mundo nuevo, proyecto común”. Esta Campaña nos sitúa en el camino de la fraternidad universal, como condición necesaria para un desarrollo en plenitud, un desarrollo que ha de fundarse en la verdad, la justicia, el amor y la libertad. Y cuatro palabras clave definen nuestra acción:
La quinta palabra, que hace posible las 4 anteriores, es FRATERNIDAD.
El Objetivo de Desarrollo del Milenio número 8 se refiere a la necesaria participación de los países desarrollados y en desarrollo en la lucha contra la pobreza. Si se quiere conseguir que el pacto internacional por los ODM se cumpla, éste debe sustentarse en el fomento de las responsabilidades compartidas.
Este objetivo tiene seis metas:
La fraternidad debe concretarse, de forma práctica, en iniciativas políticas y económicas que hagan efectivas las mejores condiciones de vida para todos los seres humanos. En este sentido, los ODM tratan de dar respuesta a situaciones en las que los derechos humanos no se reconocen, no se pueden ejercer o son directamente vulnerados. Están definidos en unas metas que deberían alcanzarse en el año 2015. Su base es una alianza mundial que exige la responsabilidad y el compromiso de todas las partes implicadas. Por un lado, de los países en desarrollo, que deben mejorar la gobernabilidad y el respeto a los derechos humanos; aumentar su inversión en infraestructuras y en servicios básicos como la salud o la educación; ayudar a los pequeños agricultores, a fin de garantizar la seguridad alimentaria; y fomentar un medio ambiente más sostenible. Y, por otro, exige el compromiso de los países desarrollados, que deben apoyar esos esfuerzos mediante el aumento de la ayuda oficial al desarrollo, el alivio de la deuda externa, la mejora de las reglas de comercio internacional, haciéndolo más justo y equitativo, y el acceso a medicamentos esenciales y la tecnología.
En el empeño por un caminar solidario con los demás, debemos tener en cuenta que: un desarrollo humano integral que no imite las relaciones basadas en el consumismo será creíble si ponemos límites a nuestro consumismo, a veces inconsciente. Un mundo en el que las relaciones entre las culturas y religiones estén regidas por el diálogo fecundo, solo será posible si practicamos cada uno, día a día, el diálogo fraterno con todos. Podemos pedir coherencia política con autoridad cuando nos esforzamos porque nuestra participación social sea continuidad de una coherencia de vida. Podemos impulsar unas normas de mercado más justas a la vez que tratamos de incorporar los valores de la generosidad y la solidaridad en nuestras relaciones económicas. Podemos acompañar a los países más pobres en el camino de irse haciendo más responsables de su propio desarrollo al tiempo que, cada uno de nosotros, nos vamos haciendo responsables unos de otros. Sólo en este camino abierto a los demás, la familia humana podrá afrontar el desafío de acabar con la pobreza y el hambre en el camino del desarrollo integral auténtico.
Manos Unidas quiere ser generadora y acompañante de este nuevo impulso, al lado de nuestros socios en los países en desarrollo y en alianza con todas las asociaciones y personas comprometidas en un proyecto común por un mundo más humano, justo y fraterno.