El corazón de Haití, con nombre y apellidos - Pipo y familia

...o pequeños se desperdigan por tantos lugares de Haití, han descendido del millón y medio a 800.000 mil, pero en las ciudades más grandes, sobre todo en Puerto Príncipe, se encuentran a cada paso.En el campo todo tiene otro aspecto…La comunidad Lavial está a unos 180 kilómetros de Puerto Príncipe. Ocupa una zona montañosa y verde en la qu...

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NOTICIAS 11 de marzo de 2011

Pipo y familia

Dicen que un año después del terremoto el número de tiendas de campaña, que en campamentos grandes o pequeños se desperdigan por tantos lugares de Haití, han descendido del millón y medio a 800.000 mil, pero en las ciudades más grandes, sobre todo en Puerto Príncipe, se encuentran a cada paso.

En el campo todo tiene otro aspecto…

La comunidad Lavial está a unos 180 kilómetros de Puerto Príncipe. Ocupa una zona montañosa y verde en la que el terremoto también ha dejado bien visible su rastro amargo. Aquí es donde una organización local, OJUCAH, ha puesto en marcha un proyecto de construcción de casas de madera prefabricadas. Podemos verlas dispersas y casi escondidas entre los árboles frondosos. En ellas, algunas familias intentan comenzar de nuevo y olvidar.

Payen Dorie es una de las personas con toda una vida por delante. Una vida que por ahora, se desarrolla en una de las casas que ha levantado OJUCAH con apoyo de Manos Unidas. Payen Dorie tiene 10 años y es tímida y callada. Cuesta sacarle las palabras, aunque no pone reparos para contar que le gusta estudiar, que tarda media hora de infinita cuesta en ir al colegio y que quiere ser monja. Alrededor de Payen, revolotea su primo Pipo. Al principio sus trencitas rubias nos confunden. Pipo es niño y es todo es todo lo contrario que su prima: trastea incansable con todo el que se le pone por delante. Pipo es vida en estado puro.

Pero en esa casa, el alma es la abuela. Ella se ocupa de toda la familia: de su hijo y padre de Payen, de su sobrino con su hijo Pipo… No se queja, no debe quejarse, al menos ellos tiene una techo bajo el que cobijarse y están vivos. Ahora, el esfuerzo debe venir de ellos. Seguro que hay un cambio, seguro; porque el mundo ha vuelto sus ojos hacia ellos. Quizá ella no lo vea, pero para Payen Dorie y para Pipo, la vida será distinta. Seguro.

© Manos Unidas 2011

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