En ocasiones, el leer las noticias que nos llegan desde los más remotos lugares del mundo, puede convertirse en un placer delicioso, que casi casi nos sabe a poco... Con cada carta que que nos envía Rafael Marco desde Níger, nos sucede lo mismo: es tal su intensidad y su contenido, que desearíamos que nunca parase de contarnos...
Rafael nos ha escrito desde Tera. Es la primera vez que comunica con nosotros desde que volviera a Níger tras su estancia en España. Nos habla de tierras extremas; de cómo las lluvias anegaron, de repente, un país de tierra seca y hambre. Hemos querido resaltar la información que nos parece más relevante en cuanto aal contenido de la carta. Pero os invitamos a leerla completa, para no privaros del lacer de su lectura.
Estamos terminando un año de hambruna muy duro para la población. Poco antes de recoger la cosecha, que se presenta bastante buena, se han desatado unas lluvias de una intensidad desconocida, que han anegado el país. Hacía cincuenta años que el río Níger no alcanzaba las cotas de este año y se ha llevado por delante casas, campos, ganado y personas.
Estamos en tierras extremas: el año pasado la sequía fue desoladora y ahora nos llega una tromba de agua que no hay quien la contenga.
Me admira la resistencia de la gente. Hancrecido en estas mareas y llegan a gestionarlas hasta con sabiduría y humor. Sin embargo, el Estado tendrá que tomar medidas para paliar estas catástrofes dentro de lo posible. Y nosotros también. Además, en nuestra región de Tera ha surgido un brote de cólera con estas humedades.
La prensa internacional ha comentado muy superficialmente las graves inundaciones que ha sufrido Níger durante los meses de julio y agosto. Efectivamente, hemos tenido lluvias más que abundantes en todo el territorio nacional que han causado diversos estragos.
Fuera de Dosso y otras regiones del Norte, los destrozos se han dejado sentir sobre todo en el valle del río Níger, y de forma más intensa en Niamey y Tilabery. Han sido barrios enteros de la capital los que se han visto inundados por las aguas; la población ha tenido que buscar refugio en otros lugares más elevados. Durante el amanecer del 19 de agosto cayeron sobre Niamey 126 milímetros. Si en cualquier otro lugar son cantidades extraordinarias, en el Sahel resulta inaudito. El río se salió de su cauce y no encontraba su curso normal. El número de víctimas, siniestros y destrozos crecieron rápidamente. Ahora se habla de más de 50 muertos, 500.000 desplazados, miles de casas hundidas y centenares de hectáreas de regadío arrasadas, carreteras cortadas, puentes deteriorados…
El ayuntamiento de Tera tiene una superficie de 2.380 km² y 25 pueblos. Las principales actividades son la agricultura y ganadería. La ciudad es mayoritariamente songay, tuareg, peul y gurmanché, con 92.544 habitantes.
Las importantes precipitaciones de julio y agosto pasado, en quince días cayeron 387 milímetros, causaron numerosos estragos en la ciudad y pueblos cercanos, algunos de ellos han estado incomunicados durante varios días, como Sirfikoira, Patékoira, Taratakou, Harga y Baina. Las evacuaciones sanitarias eran complicadas, a veces imposibles, y la actividad económica se ha visto reducida al mínimo.
Las pérdidas han sido cuantiosas en diversos aspectos: han sido numerosos los animales ahogados, campos anegados, caminos destruidos… pero lo que nos ha parecido más grave ha sido el derrumbe de numerosas construcciones y hogares a causa de la crecida del río Bilaw y de las lluvias, una torrentera casi todo el año seca y de repente se le hinchan las narices y arrambla con todo lo que se le pone por delante. Las casas ya de por sí son muy sencillas, de adobe y tierra batida
Dos equipos de la comunidad cristiana, ayudados por los responsables de los barrios de la ciudad, han hecho un recuento de los hogares destruidos total o parcialmente. El resultado ha superado las 300 casas derruidas sólo en la ciudad de Tera.
Y, además, el cólera
Y encima ha surgido un brote de cólera en la región, sobre todo en la zona fronteriza con Mali y Burkina Faso. Se han detectado numerosos casos y se han tratado hasta el día de hoy 1.235 enfermos. El número de defunciones debe ir más allá de las cuarenta.
Son epidemias que aparecen con cierta frecuencia en la región durante la estación de lluvias, el agravante de este año ha sido que la atención estaba puesta en la hambruna y en varias ocasiones ha habido ruptura de provisiones y medicinas y hubo que buscar ayuda urgente.
Los medios de tratamiento son muy someros e improvisados, es lo menos que se puede decir. El año pasado se tomó la decisión de concentrar los enfermos de cólera en las escuelas, era durante las vacaciones, y luego se dieron casos de niños que contrajeron la enfermedad cuando se iniciaron las clases.
Para más información sobre Rafael Marco y el Sahel, pincha aquí.