La R. D. del Congo con otra mirada

Crónicas del viaje a la República Democrática del Congo de nuestro compañero José Antonio Martínez, coordinador del dpto. de Estudios y Documentación, que se enfrenta, por primera vez, a una realidad muy diferente a la nuestra.

Queremos compartir con vosotros las crónicas del viaje a la República Democrática del Congo de nuestro compañero José Antonio Martínez, coordinador del departamento de Estudios y Documentación, que se enfrenta, por primera vez, a una realidad muy diferente a la nuestra. Unas crónicas, paso a paso, y con otra mirada.

Junto a José Antonio viajan, también, Amelia Osma, coordinadora de los proyectos de desarrollo que Manos Unidas apoya en la zona, y Concha Pardo de Santayana, coordinadora adjunta del área de Educación para el Desarrollo de la organización.

Un día en NGOSO

RDC: Mujeres trabajando en una obra. Foto Javier Mármol En esta parte de mi viaje a la R. D. del Congo, recorriendo la diócesis de Idiofa, se  complican las comunicaciones con el exterior, y aunque no tengo más que diez minutos de internet, quería transmitiros lo vivido por aquí.

Hoy, miércoles 5 de junio, la coordinadora de Caritas en la Diócesis de Idiofa, soeur Elizabeth, nos ha conducido hasta la población de Ngoso, un lugar precioso, al fondo de un frondoso valle de muy difícil acceso, con una única carretera de tierra que llega a ser intransitable en época de lluvias.

Nuestra visita tiene como motivo inaugurar el bloque quirúrgico que Manos Unidas ha ayudado a edificar aquí. Han sido dos años de construcción durante los cuales, los 10.000 habitantes de la zona han contribuido con su trabajo, transportando ellos mismos, cada día y a pie, los ladrillos y el cemento, recorriendo los 5 kilómetros que separan la zona hasta donde se puede llegar en coche del centro sanitario.

Pero les ha merecido la pena. Antes, los centros para atender las complicaciones derivadas del parto quedaban a más de dos horas de camino, y tenían que llegar a ellos en la ambulancia que prestaban las hermanas de la Sagrada Familia de Burdeos.

Mujeres embarazadas a la espera de ser atendidas. Foto Javier Mármol

Un día, transportando a una mujer que necesitaba atención urgente, volcaron y quedaron tirados en el camino. Solo el providencial paso de otro coche, algo nada frecuente en esas carreteras, hizo que pudieran salvar su vida. Por eso, fueron ellas las que insistieron y pidieron a Manos Unidas el apoyo para realizar este proyecto, que hoy delante de nuestros ojos, se ha hecho plena realidad.

Os recordamos que, 385.000 mujeres mueren cada año por problemas relacionados con el embarazo y el parto. La mayor parte de estas muertes se producen en los países en vías de desarrollo. 

Les gardians des Enfants

Acudimos a mediodía al barrio de Masina 1,  el más cercano a la zona urbanizada de Kinshasa. Las calles se estrechan entre muros grises a medio derruir; la tierra se mezcla con plásticos y harapos. Las casas se esconden detrás de los ladrillos, ocultando una miseria que se huele antes de verla. Es el lugar de los niños de la calle. Como si fuéramos enviados del cielo, nos recibe soeur Bernadette, religiosa vedruna. Esta visita no estaba en nuestro programa, pero Dios se las arregló para que esta hermana de gran sonrisa se encontrara en nuestra residencia por casualidad, y nos pidió que hiciéramos un hueco. Hoy es la fiesta de la Visitación.

La hermana Bernadettte está al frente de una tarea preciosa: reconstruir la vida y reparar la inocencia de los niños de este barrio. El proyecto cuenta con un colegio de Primaria con más de 150 chicos y chicas. Entre ellos se encuentran algunos niños de la calle, escolarizados con otros que tienen familia e historias benignas. El afecto entre compañeros y profesores es la principal asignatura en esta escuela. Sus uniformes de color naranja regalan fuerza y alegría al barrio. Después de ver las aulas, repletas y sin luz, los chicos se preparan para volver a casa. Pero nos queda otra visita. La hermana nos detiene y nos pide un rato más: “También tenemos un pequeño hébergement, donde recogemos a niños que no tienen a nadie. Son 15. Todos han sido maltratados y abusados sexualmente. Tenemos que darles una nueva vida. Por eso, al lado de la escuela Primaria, hemos levantado una escuela infantil”. Nos invita a pasar al recinto. En la escuela hay muchos niños y niñas de todo el barrio; los niños del albergue tienen una escuela alegre y una profesora entusiasta que sabe todas las canciones del mundo que contienen las palabras: alegría, amistad amor, familia, Dios... a nuestra llegada están cantado Je suis de Dieu. Yo soy de Dios.