En agosto, con motivo del Día Internacional de los Pueblos Indígenas que se celebra el día 9, nos trasladamos al Departamento de Vichada, en la Orinoquía colombiana, donde hemos tomado apuntes de cómo, con apoyo de Manos Unidas, las mujeres Sukani se unen para sacar frutos de una tierra sobreexplotada y baldía.
Por Marta Carreño
En agosto, con motivo del Día Internacional de los Pueblos Indígenas, nos trasladamos con nuestra campaña, “Luchamos contra la pobreza, ¿te apuntas?” al Departamento de Vichada, en la Orinoquía colombiana, donde hemos tomado apuntes de cómo, con apoyo de Manos Unidas y de la organización local CIASE, las mujeres Sukani se unen para sacar frutos de una tierra sobreexplotada y baldía y para reclamar los derechos a unas territorios, que ancestralmente les correspondían, y de los que han sido desposeídos a beneficio de las industrias extractivas mineras y agroalimentarias.
Como la mayoría de los pueblos indígenas del mundo, los Sukani, antaño nómadas que habitaban un territorio de más de 100.000 hectáreas, a las que se sumaban otras 715.000 hectáreas de bosque, que formaban parte de la Reserva Forestal y Ecológica del Sarare, de gran riqueza vegetal y animal, se ven ahora rodeados de inmensos campos de cultivo, confinados en resguardos. De ser un pueblo autosostenible, las comunidades Sikuani han llegado a padecer hambre y a tener gran cantidad de población, especialmente los niños, en estados severos de desnutrición.
“No podemos salir de estas tierras, porque alrededor hay fincas y el dueño no nos deja salir de aquí a cazar o a recolectar fruta”, lamenta Olivia, una de las mujeres beneficiarias de proyecto de “Generación de iniciativas económicas y sociales por parte de mujeres indígenas”, con el que CIASE trabaja para formar a 150 mujeres de entre 16 y 70 años, con nivel educativo medio o sin educación formal. El objetivo de este proyecto es lograr que estas mujeres alcancen cierta autonomía en el seno de sus comunidades donde, generalmente, se ven apartadas y poco valoradas, y que se reconozca su papel fundamental en la supervivencia del pueblo y en la preservación de su cultura y de su territorio.
Las mujeres de los resguardos en los que se ha puesto en marcha el proyecto participan activamente de los procesos de formación, tanto en lo productivo como en el fortalecimiento de su identidad indígena. Consolidar la organización de mujeres Sikuani, es una condición para posibilitar el desarrollo de la comunidad.
“Gracias a este proyecto nos estamos preparando para reclamar nuestros derechos ancestrales”, asegura Olga en una reunión con el resto de las beneficiarias de las diferentes comunidades. “Nosotras, las mujeres, nos organizamos para ser escuchadas por el gobierno local y nacional. Así podremos salvar a nuestro pueblo y a los niños, presente y futuro de los Sukani”. “Reclamamos nuestros derechos y hacemos saber nuestras necesidades".
“Somos nosotras quienes ahora hacemos nuestro trabajo, quienes lo lideramos e invitamos a los hombres a acompañarnos”. Silenia, ha aprendido que cultivar en la sabana es posible. “Ahora todo lo que utilizamos es natural, no echamos abonos químicos ni quemamos los campos”. Ayudada por su marido, Silenia saca ahora frutos de un tierra seca de tanto producir sin descanso. “Cultivamos la tierra en círculos. En el centro ponemos el árbol mayor… Siempre tiene que haber un mayor y un menor, como en la familia. Así se ayudan a crecer unos a otros. Y así nos abastecemos para el bienestar de todos”.
Sobre el proyecto
Líneas básicas de trabajo con las mujeres Sukani:
Sobre CIASE
CIASE es una organización sin ánimo de lucro creada en el 2005, que cuenta con personas conocedoras del mundo indígena, y tiene un compromiso decidido con la resistencia de dichos pueblos. Este conocimiento y este compromiso han sido fundamentales para establecer una relación de respeto basada en el intercambio de saberes y de experiencias, a través de la escuela productiva y de derechos.
A partir del trabajo conjunto realizado con CIASE y la pastoral social, las mujeres implementaron al menos tres iniciativas productivas, contando para ello con los elementos necesarios para garantizar su desarrollo y permanencia en el tiempo.
“Los intereses de los pueblos indígenas deben formar parte de la nueva agenda para el desarrollo para que ésta tenga éxito. […] Juntos, reconozcamos y celebremos la valiosa y peculiar identidad de los pueblos indígenas de todo el mundo. Pongamos aún más empeño en empoderarlos y en prestar apoyo a sus aspiraciones”. ( Ban Ki-moon)
Las poblaciones indígenas se llaman también «primeros pueblos», pueblos tribales, aborígenes y autóctonos. Hay por lo menos 5.000 grupos indígenas compuestos de unos 370 millones de personas que viven en más de 70 países de cinco continentes. Excluidos de los procesos de toma de decisiones, muchos han sido marginados, explotados, asimilados por la fuerza y sometidos a represión, tortura y asesinato cuando levantan la voz en defensa de sus derechos. Por miedo a la persecución, a menudo se convienen en refugiados, y a veces tienen que ocultar su identidad y abandonar su idioma y sus costumbres tradicionales. (Naciones Unidas)