Juguetes de guerra: niños en campo de refugiados de Yida, Sudan del Sur

Rescatamos el documental que Andrew Berends realizó en el campo de refugiados de Yida, en Sudán del Sur, que recoge escenas cotidianas de juegos, mezcladas con recuerdos de una guerra que les hizo huir de sus hogares, a los que sueñan con retornar algún día. En las últimas campañas, Manos Unidas ha aprobado diversos proyectos de ayuda a los refugiados de Sudán del Sur.

Rescatamos el fantástico documental que el cineasta Andrew Berends realizó en el campo de refugiados de Yida, en Sudán del Sur. Las escenas cotidianas de los juegos de tres pequeñas refugiadas se mezclan los terribles recuerdos de una guerra que les hizo huir de sus lugares de origen, a los que sueñan con retornar algún día.

En las últimas campañas, Manos Unidas ha aprobado diversos proyectos de ayuda a los refugiados de Sudán del Sur acogidos en distintos campos en los que las condiciones de vida se asemejarán, seguro, a las de las niñas que protagonizan el documental de Andrew Berends.     

Por Andrew Berends (New York Times)

"En 2011, tras décadas de Guerra civil, Sudán del Sur se independizó de la República de Sudán. Sin embargo, al norte de la frontera, el conflicto continúa con combates terrestres, bombardeos aéreos y el hambre como arma de guerra.

El año pasado, viajé a Sudán para documentar cómo la guerra todavía atenaza a las Montañas Nuba, una bonita y escarpada región donde los nuba practican la ganadería y agricultura de subsistencia.

Para llegar a Nuba, tuve que pasar por el campo de refugiados de Yida en la frontera de Sudán del Sur. En el campo me encontré a las tres niñas que aparecen en este documental: Madina, Howa y Aziza, de once años. Las niñas habían huido de la guerra con sus familias para terminar, con otros 70.000 refugiados sudaneses en el extenso campo.

Los días en Yida son largos y ofrecen pocas oportunidades de escolarización, por ello los niños han encontrado formas creativas para entretenerse. Cuando las encontré estaban haciendo casas de muñecas al aire libre, que llenaban con retorcidas figuras esculpidas en arcilla. Las casas las llenaban de camas, cacharros y estufas, retazos de sus anteriores vidas.

Dije a las niñas que volvería al día siguiente y les pedí que hicieran más figuras de arcilla para mostrarme lo que habían vivido en las Montañas Nuba. Cuando volví a visitarlas, habían creado más de 100 nuevas figuras que incluían tanques, helicópteros, rebeldes, ametralladoras y lanzagranadas. Las niñas me relataron que habían sido testigos de cómo los soldados mataban a miembros de sus familias y de cómo se escondían en cuevas mientras los aviones bombardeaban sus pueblos. Me contaron que caminaron días huyendo de la guerra y que soñaban con poder algún día volver a sus casas".      

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