La llaman la “hermana tijeras”. Sus expertos ojos revisan las creaciones de los cientos de mujeres que cada mañana, los sábados y los miércoles, se acercan a la cooperativa situada en Gomtipur, un slum (barrio de chabolas) de Ahmedabad, la ciudad más poblada del estado de Gujarat (India).
Su verdadero nombre es Lucía Carabias. Es Dominica Misionera del Rosario, y nació en Gajates (Salamanca), novena y la última hija de sus padres. El próximo 20 de octubre cumplirá 79 años, pero sus ojos y su energía son las de alguien más joven, repleta de vitalidad y con mucha labor y responsabilidades aún entre sus manos. Recuerda cómo con sólo 23 años, en 1960, llegó junto a la hermana Benita Eslava de Pamplona. Han pasado 55 años.
Hacía tres años que no venía a España. Hablamos con ella justo antes de que se vaya unos días de vacaciones con su familia.
Pues cuando llegué, los primeros 10 años estuve ayudando en el hospital “St. Mary's Nursing Home” que hoy atiende a 14 barrios de chabolas vecinos y se ha convertido en el hospital de referencia de a zona. Precisamente para el hospital, desde Manos Unidas acabáis de financiarnos un ecógrafo que nos hacía mucha falta, porque sólo el año pasado preparamos para el parto a 12.291 mujeres gestantes, se realizaron 1.127 partos sencillos y otros 4.864 que necesitaron cuidados especiales.
Pero desde 1970, me dediqué a dar clases de corte y confección a las mujeres de la zona, y ayudé a crear la cooperativa de mujeres “St. Mary's Mahila Shikshan Kendra” cuyo principal objetivo es fomentar al desarrollo social y económico de las mujeres más vulnerables de este barrio marginal de Ahmedabad. Pero sobre todo coordino a las mujeres y las labores. Me conocen como “hermana tijeras” porque reviso la labor, cortando los hilos sobrantes y controlando que la labor quede perfectamente terminada. Y aprovecho a hablar con ellas cuando vienen a coger y dejar la labor.
En 1970 alguien del sistema de Comercio Justo se acercó al padre jesuita Miguel Ángel Urrutia (1927-1998) y le explicó cómo funcionaba este sistema de comercio que promueve el desarrollo, deja más beneficio en los productores y artesanos, y respeta el medio ambiente. Así que preparamos unas muestras de artesanía textil y dos años después, en 1972 llegó nuestro primer pedido. Lo primero que prepararon, usando como materia prima las más de 20 faldas y saris que las mujeres tenían en sus ajuares de boda, eran bolsas de tela y colgantes decorativos. Pero hoy ya asumimos mucha más variedad de productos que vendemos a tiendas de Comercio Justo de Inglaterra, Austria, Italia , Canadá, Estados Unidos, Japón, Australia y Nueva Zelanda.
En la cooperativa hemos tenido hasta 500 mujeres trabajando, pero ahora mismo con la crisis tenemos a 350 mujeres. Ellas van una vez a la semana, se llevan el trabajo para hacerlo en casa y la semana siguiente vuelven y se les paga la labor. Ese dinero les ayuda a las mujeres a tener su propia autonomía económica, sin depender sólo de sus maridos. Ellas meten el dinero en el banco, a veces piden también microcréditos y todo les ayuda para mejorar la vida de sus familias. Al principio los hombres no eran muy favorables a que sus mujeres trabajaran, pero como han visto la evolución de sus familias ahora hasta vienen a ayudarlas a traer las costuras.
También se organizan grupos de mujeres, ahora mismo tenemos 10 grupos. Ellas mismas deciden cómo se distribuyen los recursos y cómo atender las principales necesidades de la comunidad: alimentos, mobiliario, el ajuar de las hijas, mantas…etc.
Pues como además de la maternidad también tenemos un dispensario, también ofrecemos formación en “Enfermería”. Y también formación que les ayude a tener sus propios ingresos, por eso les ofrecemos formación en “Estética y peluquería” y en “Diseño de moda”. Esta formación se la ofrecemos después de las 12 h. Y mientras ellas se forman, sus hijos, los más pequeños, reciben clases básicas de inglés y gujarat, que les ayudará para cuando vayan a la escuela. Y desde el hospital también se realizan programas de atención a niños menores de 5 años, atendemos visitas externas y realizamos programas de educación sanitaria y maternidad para las mujeres.
Mi sueño es que las mujeres indias con las que trabajo sean autosuficientes. Y lo más bonito es ver con qué poquito se puede vivir, que con muy poquito se puede ser muy feliz. También es muy especial la convivencia que tenemos allí. Somos como una gran familia, donde colaboramos todos juntos, con mujeres de todas las religiones: hindúes (80%), musulmanas (8%) y cristiana (12%). Nosotras sólo las acompañamos en su desarrollo y nuestro trabajo y entrega es lo que ellas más valoran.
Una entrevista de Marta Isabel González. Fotos: Marta Isabel González-Manos Unidas y Dominicas Misioneras del Rosario.