Sudán del Sur, el país más joven del planeta, se muere de hambre

La emergencia alimentaria en Sudán del Sur ha alcanzado tal magnitud que el Gobierno del país solicitó a Naciones Unidas la declaración de hambruna en Unity, una zona situada en el centro-norte del país, aunque se prevé que el hambre se extienda a otras regiones e incluso a la capital. En Manos Unidas estamos preparados para actuar en cuanto nuestros socios locales con más capacidad de reacción, envíen sus peticiones.

La emergencia alimentaria ha alcanzado tal magnitud que el Gobierno del país solicitó a Naciones Unidas la declaración de hambruna en Unity, una zona situada en el centro-norte del país, aunque se prevé que el hambre se extienda a otras regiones e, incluso a Juba, la capital. En Manos Unidas estamos preparados para actuar en cuanto nuestros socios locales con más capacidad de reacción, nos envíen sus peticiones.

En Sudan del Sur, a día de hoy, hay al menos 100.000 personas en riesgo inminente de fallecer por hambre, una cifra que se estima que en los próximos meses pueda subir a 1 millón y, si no se hace nada, se estima que la mitad de la población del país, unos 5,5 millones de personas, no van a tener suficiente comida este año.

Esta hambruna es una catástrofe que se veía venir, consecuencia de años de conflicto civil ininterrumpido que comenzó cuando todavía no habían pasado ni tres años desde la declaración de independencia en 2011. El enfrentamiento ha causado ya decenas de miles de muertos y más de tres millones de desplazados, pese al despliegue de unos 12.000 cascos azules de la ONU. La causa del conflicto es el enfrentamiento entre el Presidente de la república, Salva Kiir, de la etnia dinka, la predominante en el país y el ex vicepresidente, Riek Machar, de la etnia nuer, la segunda en importancia.

Los efectos a largo plazo de este conflicto, junto con los altos precios de la comida, la crisis económica, la destrucción de las cosechas y la pérdida del ganado, han provocado esta situación de hambruna. Aunque los campos de refugiados de la ONU están desbordados, el mayor problema lo tienen los millones de personas desplazadas de sus aldeas, que no tienen dónde ir. Los rebeldes nuer siguen teniendo enfrentamientos con el ejército gubernamental en regiones que habían mantenido una relativa calma, como en Yambio, donde miles de personas se encuentran atrapadas y donde el inicio de la temporada de lluvias en marzo va a empeorar las cosas. La ONU ya ha alertado del riesgo de genocidio.

El conflicto lleva aparejados una serie de problemas económicos que han derivado en un incremento brutal de los precios de los alimentos y de la inflación y en una caída de los precios del petróleo, que ha disminuido mucho los ingresos del país. Además, los problemas de seguridad han provocado el desplazamiento de 3,4 millones de personas y el abandono de las fértiles tierras de cultivo.  En este contexto, las organizaciones humanitarias encuentran graves dificultades para acceder a la población, que depende de la ayuda humanitaria para comer.

A todo esto, hay que sumar una grave sequía que seca los pozos y los campos y mata de hambre y de sed a los animales, con lo que las familias pierden su capital y sus posibilidades de conseguir préstamos. Cuando empieza la época de lluvia, va a ser imposible acceder a varias zonas y la situación puede empeorar aún más.

Manos Unidas en Sudán del Sur

Además de los proyectos de desarrollo, que forzosamente han tenido que limitarse en los últimos años debido a la falta de infraestructuras, el peligro de robos en las carreteras, la falta de materiales de construcción, de técnicos, etc., Manos Unidas lleva cuatros años trabajando para proporcionar ayuda humanitaria (comida nutritiva para mujeres embarazadas, bebes y niños pequeños, medicinas y asistencia médica, ayuda psicológica, material escolar, mosquiteras, etc.) en los campos de refugiados de Juba, la capital, a través de la congregación india “Daughters of Mary Immaculate”.

También colaboramos con el Servicio Jesuita para el Refugiado (JRS en inglés) en los campos de refugiados de Maban, donde apoyamos iniciativas educativas y proporcionamos ayuda psicológica.

Ante el agravamiento de la situación, hemos solicitados a nuestros socios locales con más capacidad de reacción que nos envíen sus peticiones. Uno de los problemas más graves que se presenta es la dificultad para comprar y distribuir la ayuda, debido a la inseguridad de las rutas de distribución, ya que estamos hablando de un país en plena guerra civil. Uno de estos socios es “Solidarity with South Sudan” (Solidaridad con Sudán del Sur), con el que llevamos muchos años trabajando y que tiene centros en Juba, Yambio y Wau.

Esta es la primera vez en seis años que Naciones Unidas declara la hambruna; la última vez fue en el año 2011 en Somalia, cuando murieron 260.000 personas de hambre.

 

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