Desde Manos Unidas, esperamos que el Dialogo Nacional sincero continúe y se pueda avanzar en una construcción de una solución pacífica, democrática y constitucional que ayude a superar la grave crisis política y de derechos humanos que vive Nicaragua.
La respuesta de represión contra las protestas ejercida por el Gobierno de Nicaragua ha tenido como consecuencia una grave crisis de derechos humanos en el país. A día de hoy, más de 350 personas han perdido la vida, además de un gran número de personas heridas y detenidas, mayoritariamente de forma arbitraria. Según ha concluido la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) en su informe “Graves violaciones a los derechos humanos en el marco de las protestas sociales en Nicaragua” elaborado después de su visita al país durante los meses de mayo y junio de 2018, “el Estado de Nicaragua ha violado los derechos a la vida, a la integridad personal, salud y atención médica, libertad personal, reunión, libertad de expresión y acceso a la justicia. Además de actos de censura a la prensa y hostigamiento a defensores de derechos humanos”.
Desde Manos Unidas, y uniéndonos al sentir de las organizaciones sociales y de derechos humanos de Nicaragua, la Conferencia Episcopal de Nicaragua (CEN), la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), y a nuestras organizaciones hermanas de la red internacional CIDSE a la que pertenecemos, esperamos que el Dialogo Nacional sincero entre representantes del Gobierno, la empresa privada, universidades, estudiantes, organizaciones sociales y comunidades, bajo la mediación de la CEN y de las instituciones internacionales competentes, continúe y se pueda avanzar en la construcción de una solución pacífica, democrática y constitucional que ayude a superar la grave crisis política y de derechos humanos que vive Nicaragua.
Manos Unidas trabaja en Nicaragua desde 1988, hace ahora treinta años. Actualmente tiene activos catorce proyectos de desarrollo que realiza a través de diez socios locales. En la situación actual, los socios locales que Manos Unidas apoya en Nicaragua siguen trabajando con la confianza en el Diálogo Nacional, la denuncia de la violación sistemática de los derechos humanos, el apoyo a la población y sobre todo con la confianza en el pueblo nicaragüense en su lucha por la búsqueda de una solución al conflicto, cada vez más alarmante.
Ante esta situación que vive el país, la situación de los socios locales de nuestra organización en Nicaragua en este momento es la siguiente:
Desde Manos Unidas vamos a seguir trabajando dando respuesta a las necesidades de la población, que sin duda se van a ver agravadas por la grave crisis que vive el país. No hay que olvidar el impacto de la crisis en la economía nacional que, desde su inicio, según declaraciones del presidente del Banco Central de Nicaragua, se estima en más de 260 millones de dólares, que implicaría unos 2 puntos porcentuales menos de la meta de crecimiento estimada para este año.
Una de las realidades que más ha golpeado la conciencia nacional ha sido la represión desproporcionada y tan violenta, de parte de las fuerzas policiales y paramilitares del gobierno. Esa sangre derramada ha despertado la conciencia nacional. A esta “Revolución Cívica”, se han sumado los pobladores de los barrios, organizados y no organizados, también las organizaciones sociales -gremios, defensores de los derechos humanos, movimiento campesino anti-canal, movimiento de mujeres, etc., etc.-. Podemos hablar del resurgimiento del movimiento social en Nicaragua. Esto va a ser una oportunidad para coordinar esfuerzos entre todas las fuerzas sociales e ir logrando los cambios que el país necesita y la población reclama para salir de la pobreza.
Pero para ello, es ineludible la restauración de la justicia que pasa por la restauración del poder judicial y la desintegración de las fuerzas paramilitares, para garantizar la seguridad de todas y todos, durante y después de la crisis. Esto nos obligará a trabajar por la reconstrucción de la cultura de paz a través de su promoción y la educación.
Efectivamente, el país enfrenta la crisis política y social más profunda desde el año noventa en la que hubo un cambio de gobierno cuando el Frente Sandinista perdió el poder. ¿Cómo la van a superar los nicaragüenses? Por ahora es una pregunta difícil de responder. Sin embargo, todos los sectores, incluido el gobierno, son conscientes de que la solución se debe encontrar en el corto plazo. La sociedad, la población, los soportes socioeconómicos, no tiene capacidad de aguantar una crisis de larga duración. Pero en medio de esa incertidumbre, los nicaragüenses, tanto los que se oponen como los que apoyan al gobierno actual, tienen una certeza: Nicaragua cambió después del 19 de abril y seguirá cambiando. Es fundamental entonces que se restaure la institucionalidad y el Estado de Derecho, contando con todas las fuerzas sociales.
Somos conscientes de los riesgos que se generan en una crisis como la que Nicaragua atraviesa en este momento, pero a su vez identificamos algunas variables que inclinan la balanza hacia la viabilidad de los proyectos que ejecutan los socios locales de Manos Unidas en este momento:
Desde Manos Unidas nos unimos a ese compromiso en la defensa de los derechos humanos y de la paz y nos solidarizamos con el pueblo, la Iglesia y las instituciones defensoras de los derechos humanos, que abogan por una salida pacífica y democrática a la crisis política y de derechos que se vive en Nicaragua.