En el mundo hay 821 millones de personas que padecen hambre y más de 150 millones de niños que sufren retraso del crecimiento, según la FAO.
El último informe de “El estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo 2018”, publicado hoy por la FAO (Agencia de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación) no deja lugar a dudas, el hambre sigue aumentado y ha alcanzado ya niveles de hace una década: 821 millones de personas padecen hambre y más de 150 millones de niños sufren retraso del crecimiento.
Según el informe, en el año 2017, los cambios en el clima que afectan a los patrones de lluvia y, con ello, a las temporadas agrícolas, a las sequías prolongadas y a las lluvias torrenciales que producen graves inundaciones, son, junto a los conflictos y las crisis económicas, las principales causas de este aumento.
“Los signos alarmantes de aumento de la inseguridad alimentaria y los elevados niveles de diferentes formas de malnutrición son una clara advertencia de que hay mucho trabajo por hacer para asegurarnos de no dejar a nadie atrás en el camino para lograr los objetivos de los ODS en materia de seguridad alimentaria y una mejor nutrición”, asegura el Informe en su prólogo.
Para Manos Unidas, que lleva casi 60 años de lucha contra el hambre y sus causas, además de los factores que señala el informe de la FAO, el hambre es consecuencia de unas estructuras, unas relaciones y unos comportamientos que generan desigualdad y exclusión.
“El hambre no es una fatalidad ni un destino irreparable para muchas personas”, afirma Fidele Podga, coordinador del departamento de Estudios y Documentación de Manos Unidas. “El hambre es, fundamentalmente, resultado de otros factores provocados por el ser humano como la histórica falta de inversión en el sector agrícola, el impacto de la agroindustria y del sector minero, la injusta comercialización de la producción agrícola de los países de Sur, y el desigual acceso –sobre todo para las mujeres– a los elementos indispensables para la producción agrícola como son la tierra, el agua y las semillas”, explica.
“Todos estos factores, que también están detrás del hambre y la inseguridad alimentaria en el mundo actual”, asevera Pogda.
El estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo, asegura también que “se están logrando avances limitados frente a las múltiples formas de malnutrición, que van desde el retraso del crecimiento infantil hasta la obesidad adulta, amenazando la salud de cientos de millones de personas”.
La situación está empeorando en América del Sur y en la mayoría de las regiones de África, y los avances en la lucha contra el hambre y la desnutrición parece haberse estancado en Asia.
“Los daños a la producción agrícola contribuyen a la falta de disponibilidad de alimentos, con efectos colaterales que provocan alzas en los precios alimentarios y pérdidas de ingresos que reducen el acceso de la población a los alimentos”, asegura el informe de la FAO.
El documento recientemente publicado señala que se han producido pocos avances en la reducción del retraso del crecimiento infantil –casi 151 millones de niños menores de cinco años son demasiado bajos para su edad debido a la malnutrición– y califica como “vergonzoso” el hecho de que una de cada tres mujeres en edad reproductiva en el mundo se vea afectada por la anemia, "que tiene notables consecuencias para la salud y el desarrollo tanto de las mujeres como de sus hijos”.