En el Día Internacional de la Paz miramos hacia este golpeado país africano.
Este martes 21 de septiembre se conmemora el Día Internacional de la Paz y desde Manos Unidas queremos llamar la atención sobre la realidad que vive Sudán del Sur; un país que desde su independencia de su vecino del norte, Sudán, en el año 2011, no ha dejado de sufrir las consecuencias de la violencia. Solo dos años después, en diciembre de 2013, estalló de nuevo la guerra, esta vez entre facciones opuestas del gobierno.
A pesar de que se han firmado varios acuerdos desde entonces, aún no se puede hablar de una paz real, ya que el altísimo nivel de violencia, los conflictos inter-tribales, la falta de seguridad generalizada, los asaltos indiscriminados a las aldeas, los robos a mano armada y las emboscadas en los caminos, prolongan una situación desesperada para una población que que se esfuerza por todos los medios para alcanzar unas condiciones de vida dignas.
Esta situación es consecuencia de décadas de guerra tras la independencia colonial. Aunque Sudán del Sur dispone de suelos fértiles y de abundantes recursos naturales, como el petróleo, factores clave como el desgobierno, el altísimo nivel de corrupción de los políticos y los militares, la falta total de inversión en infraestructuras y en sectores básicos como la salud, la educación, la agricultura o el acceso al agua limpia, hacen que sea muy difícil para la gente salir adelante.
Una gran parte de los hombres no conocen otra ocupación que la de la guerra y no han aprendido ningún oficio. Las mujeres tratan de cultivar pequeñas huertas para alimentar a sus hijos. Muchas veces, la única opción es abandonar su tierra y buscar refugio en países vecinos como Uganda y Kenia. Otras veces, dejan sus aldeas y llegan hasta la capital, Juba, donde malviven en campos de desplazados internos.
Este dramático escenario se está viendo agravado por el cambio climático, que en el último año ha causado inundaciones que han destruido gran parte de las cosechas y han provocado un alto riesgo de hambruna. Por otra parte, la pandemia de COVID-19 ha ralentizado en gran medida la llegada de ayuda humanitaria y el desarrollo de importantes iniciativas en sectores esenciales como la lucha contra la desnutrición y la malaria.
Manos Unidas por la paz en Sudán del Sur
Manos Unidas acompaña a la población sursudanesa de la mano de organizaciones locales que trabajan con las familias más vulnerables. Además de proyectos destinados a mejorar los medios de vida de la población, los servicios de salud y la educación, Manos Unidas lleva años apoyando iniciativas dirigidas a fortalecer la cultura de paz y a paliar los daños más graves que la violencia y los conflictos están produciendo. A continuación destacamos dos líneas de trabajo
La radio es esencial para la información y la educación por su capacidad para llegar a un gran número de personas que, en muchos casos, viven aisladas debido a la escasez de carreteras y medios de transporte.
Junto a la Red Católica de Radio, con emisoras en las principales ciudades de Sudán del Sur, Manos Unidas ha apoyado durante años la producción de programas de radio sobre educación, agricultura, salud, derechos humanos, derechos de las mujeres, paz y reconciliación nacional. Estos últimos están dedicados a concienciar a la población sobre la necesidad de abandonar las armas y difundir la idea de la justicia y la solidaridad entre las distintas tribus.
Uno de los grandes resultados de estas iniciativas ha sido el empoderamiento de las mujeres y el aumento de su participación en la construcción de la paz.
«La paz empieza por nosotras», afirma Vitorina Sadiya, quien formó el grupo Mujeres por la paz a raíz de un programa de radio llamado «Dame una oportunidad». Este grupo de mujeres se dedica a informar sobre el proceso de paz a las mujeres de los distintos pueblos del condado de Ikowto, aprovechando «el importante papel que las mujeres tenemos en la familia y en la comunidad», afirma Vitorina.
Asimismo, la construcción de la paz por medio de la radio llega incluso al ámbito del hogar, como reflejan estas palabras de Grace Iyoyok: «Escuchando estos programas de radio he conseguido saber cómo enfrentarme a algo muy importante en mi vida, que es la violencia entre marido y mujer. Mi marido, que solía causar el caos en casa debido al alcohol, se ha dado cuenta de que tiene que cambiar».
Los proyectos que Manos Unidas apoya en los campos de desplazados tienen el objetivo de mejorar las condiciones de vida de las personas que han huido de la violencia buscado protección. Esta población tiene miedo de volver a sus aldeas y, en la mayoría de los casos, ni siquiera tienen ya casa a la que regresar. Las familias viven hacinadas en condiciones infrahumanas, con muy poca comida y agua y dependen casi exclusivamente de la ayuda internacional.
Desde 2015 y con el apoyo de Manos Unidas, las Hijas de María Inmaculada reparten mensualmente paquetes de alimentos nutritivos para mujeres embarazadas, bebés y niños desnutridos, y llevan a cabo campañas de atención médica y acciones de apoyo psicológico y escolar.
Las hermanas nos hacen llegar constantemente historias que nos permiten poner nombre y rostro a las personas que apoyamos, como es el caso de Deng Koang, un niño de 6 años que estudiaba en la escuela del campo de desplazados nº 3. La maestra advirtió un día la debilidad de Deng y pidió a su madre que lo llevara a la doctora Paschal, que diagnosticó que el niño tenía malnutrición aguda. En esos días Deng pesaba 16 kilos. Desde entonces empezó a recibir todos los meses paquetes de comida nutritiva y su madre, Nyawang Mayian, viuda y madre de 5 hijos, aprendió con la enfermera del proyecto a preparar la comida. Hoy Deng está recuperado y ha podido volver a clase junto a sus compañeros.
Es urgente que la comunidad internacional, por medio de la ayuda humanitaria y las agencias de cooperación al desarrollo, aúnen esfuerzos para colaborar con la población sursudanesa, impulsando la educación para la paz, la resolución de conflictos, la solidaridad entre las distintas tribus, la inversión en infraestructuras básicas y en salud, educación infantil, alfabetización de adultos y formación de profesores y médicos, entre otras importantes iniciativas a acometer; tareas difíciles todas ellas, pero esenciales para la supervivencia de la población del país.
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