Una abandonada región de Zambia se llena de vida.
Esta es la historia de un hospital en una zona de Zambia muy abandonada por las autoridades. Y es también la historia de cómo un modesto centro de salud puede cambiar la vida de toda una región.
El centro de salud rural St. Joseph de Chamilala, situado en la peligrosa y congestionada carretera que une la capital, Lusaka, y la frontera con Malawi, es un sueño hecho realidad; el sueño de la hermana Josepha, una misionera polaca que llegó a Zambia de la mano de las Hermanas de San Carlos Borromeo.
Todo empezó cuando en 2013 visitamos un proyecto apoyado por Manos Unidas en el hospital de Minga. La hermana Josepha nos contactó para encontrarse con nosotras y conocer el hospital.
Con la portentosa energía que la caracteriza, Josepha venía con mucha ilusión y en sus manos traía planos y mucha documentación para proponernos algo: la construcción de un hospital en una zona rural muy despoblada y desatendida.
Josepha se instaló sola en la oficina de la Iglesia de Chamilala y puso a andar su plan. Primero, construiría un pequeño dispensario muy básico que tuviera la capacidad de crecer gradualmente hasta convertirse en un hospital para la población de la zona. Manos Unidas apoyó el primer proyecto un año después, en 2014, y construyó un pequeño centro de curas.
A raíz de este primer apoyo, consiguieron atraer a otros donantes y empezaron a construir diversos pabellones para hombres, mujeres, niños, embarazadas, instalaciones de urgencias, laboratorio, farmacia, escuela para enfermeras, quirófanos, maternidad, rayos X…
EL CAMINO RECORRIDO POR EL HOSPITAL ST. JOSEPH
» 2014: Todo empieza con una pequeña sala de curas…
» 2016: Se construye el pabellón de emergencias.
» 2017: Llega la primera ambulancia para pacientes graves.
» 2019: Dotación del quirófano.
» 2021: Se levanta la unidad de maternidad y de rayos X.
A lo largo de todo este tiempo, Manos Unidas ha venido colaborando activamente en todas las etapas. Año tras año hemos visitado los proyectos y siempre nos ha impresionado ver cómo se ha desarrollado la zona y cómo se ha involucrado la población. Como el caso de las mujeres de las comunidades vecinas que picaban piedras para la obra, o aquellas otras que plantaban moringa para comercializarla y generar ingresos o para utilizarla en el tratamiento de los pacientes.
En torno al hospital se ha desarrollado una gran Misión; se han creado escuelas y otras infraestructuras que dan servicio a una población creciente de 16.000 personas y a otras comunidades de la región, que ya no tienen que desplazarse hasta el hospital de Minga, a casi 80 km, para recibir atención. En muy pocos años, todo este proceso ha tenido como resultado una importante reducción de la mortalidad en esta zona tan abandonada.
Lo que comenzó como un pequeño centro de curas, hoy es un hospital de primer nivel –título concedido por el Ministerio de Sanidad–, donde se practican intervenciones quirúrgicas, se atiende a pacientes en consultas externas, y las mujeres embarazadas cuentan con un albergue, una maternidad y reciben formación en nutrición y salud.
Texto de Macarena Aguirre y Leticia del Río. Departamento de Proyectos de África.
Este artícuo fue publicado originalmente en el nº 218 de la Revista de Manos Unidas.