Se firma el alto el fuego que pone fin a dos años de guerra en Etiopía.
El segundo aniversario del inicio de la guerra en el norte de Etiopía, que se cumple hoy, cuatro de noviembre, llega cargado de esperanza. El pasado miércoles el Gobierno federal del país africano y el TPLF (Frente de Liberación del Pueblo Tigray) firmaron un alto el fuego en una guerra que ha causado muchos miles de muertos y que ha obligado a más de dos millones de personas a huir de sus hogares, dejando toda una vida atrás.
En tan solo una semana de negociaciones, las partes implicadas –reunidas en Pretoria, capital de Sudáfrica- han llegado a un acuerdo que, aparentemente, pone fin a un conflicto que ha dado al traste con el crecimiento económico que había experimentado Etiopía en los últimos años.
El expresidente nigeriano Olusegun Obasanjo, representante de la Unión Africana para el Cuerno de África, explicó cuáles son los principales puntos de este acuerdo que pasa por un «proceso de desarme metódico, ordenado, fluido y coordinado de las fuerzas rebeldes».
Desde el cuatro de noviembre de 2020, la región del Tigray ha permanecido completamente aislada del resto del mundo. Con las fronteras cerradas por el Gobierno federal y las comunicaciones cortadas, no es fácil evaluar el número de personas que dependen de la ayuda humanitaria para sobrevivir, aunque se calcula que esta cifra puede superar los cinco millones. El bloqueo ha incrementado la tasa de mortalidad de niños menores de cinco años y multiplicado el número de hambrientos, además de favorecer un incremento de los precios difícilmente soportable para la mayoría de las familias y una escasez de combustible que ha hecho casi imposible el reparto de la escasa ayuda humanitaria que ha llegado a la región.
Con el cese de hostilidades, que esperamos sea definitivo, llega el momento de sanar las graves heridas físicas y emocionales que ha dejado la guerra y de reconstruir la infraestructura de una región devastada por los ataques del ejército federal y de las milicias de la vecina Eritrea.
En Manos Unidas pedimos que el alto el fuego sea inmediato y permanente y que el Gobierno federal abra, cuanto antes, los cauces necesarios para poder atender a la castigada población tigrina.