La guerra de Siria ha dejado millones de víctimas: te contamos la historia de Fatme.
Cada una de las víctimas de la guerra de Siria tiene detrás una historia de dolor, sufrimiento y superación. Hoy, el hermano Georges Sabé, de los maristas azules, nos ha hecho llegar la de Fatme, una de los millones de mujeres sirias a las que el conflicto no ha conseguido vencer.
La primera vez que Fatme se presentó en mi despacho para pedir la ayuda alimentaria, traía con ella a un niño que parecía tener dos años. Pero el pequeño (al que llamaremos A) tenía, en realidad, seis años.
Extrañado pregunté a Fatme por qué a sus seis años A no podía todavía andar y ella me explicó que el niño tiene una discapacidad física e intelectual y que no es su hijo sino su nieto… También me contó que necesitaba la ayuda alimentaria porque era viuda, estaba enferma de cáncer y su hija, la madre de A, estaba divorciada y, a pesar de ser el sostén de la familia solo ganaba 15 euros al mes.
Entonces el equipo de los maristas azules decidimos ayudarla con la cesta de alimentos, con leche en polvo para A y, también, con asistencia sanitaria para ella.
Estaba muy agradecida.
Días después, el 6 de febrero, poco después del terremoto, Fatme se presentó llorando en nuestras instalaciones. Como siempre, iba cargando con A. Había huido de su casa –totalmente destruida por el seísmo– y de su barrio y el primer lugar en el que pensó que podía refugiarse fue la casa de los maristas.
Fatme se quedó las tres semanas. Durante todo este tiempo ayudó en la limpieza de la casa y se ofrecía para cualquier servicio que se podía necesitar. Antes de marcharse, le pregunté «dónde vas a ir», me dijo «Alá es grande. Seguro que encontraré un lugar para alojarme».
Unos días después, Fatme vino de nuevo, necesitaba, pañales y leche para A. Nos informó que estaba bajo una tienda en la calle y que iba a pedir a una prima suya si podía alojarse con ella.
Pero lo más extraño es que Fatme trajo algunas flores recogidas de la tierra donde había acampado… Quería ofrecerlas a «Sitna Mariam», nuestra Señora María agradeciendo todo lo que María le había ofrecido a través de los maristas azules: el cariño, el amor, la ternura y la ayuda. Tenía el rostro radiante.
Ayer, volvió de nuevo a nuestra casa de los maristas para informarnos que va a ser operada y que contaba con nuestra presencia, con nuestra visita, con nuestra oración. Lloraba diciendo, «sois mi familia, sois el regalo de Dios para mí». Y nos pedía que si ella muriera, ayudáramos a A y a su mamá..
Los maristas azules le ayudaremos para conseguir un lugar donde vivir. Haremos todo para seguir siendo para ella este don de Dios, porque ella sí que es un verdadero don de Dios para nosotros.
En los diez últimos años, Manos Unidas ha destinado 895.000 euros para apoyar a la población de Siria, materializados en 19 proyectos. A esto hay que sumar los más de 131.000 euros designados a tres proyectos de ayuda de emergencia enviados al país asiático tras el terremoto.