Manos Unidas lleva trabajando en Alepo y sus alrededores desde 2016.
Texto de África Marcitllach. Departamento de Proyectos de Asia.
Manos Unidas lleva en Alepo y sus alrededores desde 2016 redoblando esfuerzos a través de proyectos educativos y sanitarios, entre otros, para brindar esperanza a una población golpeada por varias tragedias consecutivas como el terremoto de febrero.
El pasado 6 de febrero, mientras muchas familias alepinas dormían hacinadas en casas semiderruidas por la guerra, se produjo uno de los mayores terremotos de la historia reciente.
Con epicentro en el sur de Turquía, a 40 km al norte de Alepo (Siria), el seísmo alcanzó los 7,8 grados de magnitud. Sepultó innumerables hogares y provocó la huida despavorida de miles de personas bajo la lluvia y un intenso frío. Durante todo el mes de febrero, se produjeron multitud de réplicas, algunas de gran magnitud, como la del 20 de febrero, que alcanzó los 6,5 grados.
La ONU estima que fallecieron más de 50.000 personas, aunque el recuento de víctimas en Siria fue complicado, dada la difícil situación política y de aislamiento de las diferentes regiones del norte sirio.
Alepo, con más de dos millones de personas, es una ciudad que se ha visto permanente e intensamente castigada. Primero, por la guerra civil y, posteriormente, por una eterna posguerra prolongada por las draconianas sanciones internacionales que, entre otros efectos, impiden acceder a los servicios básicos como atención sanitaria, electricidad y calefacción, y a productos de primera necesidad, como leche materno infantil.
Manos Unidas lleva trabajando en Alepo y su entorno desde 2016, ayudando a mantener la esperanza entre la población más castigada, a través de proyectos educativos, sanitarios, de atención psicológica o mediante la promoción del autoempleo, entre otros.
Tras el terremoto, muchos de los afectados se refugiaron en mezquitas, iglesias y diversos centros deportivos y sociales. Manos Unidas ha colaborado, desde el día siguiente al terremoto, en programas de emergencia trabajando, principalmente, con los hermanos maristas, con los frailes franciscanos y con Christian Hope Center (HOPE).
En un primer momento, HOPE colaboró con quince parroquias para asistir a las más de 4.000 personas que se refugiaron en ellas, distribuyendo mantas y alimentos. Posteriormente, con la ayuda de Manos Unidas, HOPE repartió 1.800 cestas de comida al mismo número de familias, para que estas pudiesen subsistir las cuatro semanas posteriores al terremoto.
Desde las primeras horas de la catástrofe, las instalaciones de los hermanos maristas estuvieron abiertas para acoger a quienes se habían quedado sin hogar o tenían miedo de que este se viniese abajo. Llegaron a tener más de mil personas acogidas. Con los modestos recursos de que disponían, distribuyeron bocadillos y mantas para pasar las primeras noches. Pasados unos días, aún quedaban en acogida unas 500 personas (91 familias). Los maristas solicitaron ayuda a Manos Unidas para mantener a estas familias durante un mes. Nuestra organización financió la compra de mantas, colchones, comida, leche y pañales para niños, fuel para la calefacción y gas para cocinar.
Pro Terra Sancta, que trabaja en coordinación con los frailes franciscanos, dio asistencia inmediata a miles de personas a través de sus centros, tanto en Alepo como en la ciudad costera de Latakia. Durante tres meses, con la ayuda de Manos Unidas, brindaron una comida caliente al día a 1.500 personas, compraron y distribuyeron 1.200 cestas de comida a familias necesitadas y 1.200 mantas, kits de primeros auxilios y algo de ropa a otras 1.200 familias de Alepo y Latakia.
Manos Unidas está comprometida en seguir ayudando a esta población olvidada que sufre y lucha, así como a nuestros socios locales que traen la esperanza para pensar en un futuro más justo y digno.
Después del terremoto y durante más de 20 días junto a nuestros socios principales: los hermanos maristas, los franciscanos y varias organizaciones cristianas colaboramos en la acogida de miles de personas en parroquias y centros educativos y financiamos la compra de mantas, colchones, leche y pañales para niños, fuel para la calefacción y gas para cocinar.
Artículo publicado originalmente en el número 221 de la Revista oficial de Manos Unidas. Clica aquí para acceder. |