Carlos Bresciani, jesuita, cree que la humanidad se está acercando al precipicio.
«Hay que disminuir el consumo e incorporarle una cuarta erre a lo de Reducir, Reciclar y Reutilizar: Renunciar»
Bresciani, nacido hace 51 años en Santiago de Chile, es coordinador de la Red de Solidaridad y Apostolado Indígena.
En la actualidad, vive en territorio Mapuche, al sur del país, donde, desde 2003 acompaña a comunidades indígenas de la región de Tirua.
Su misión consiste en cuidar y defender un territorio que está siendo amenazado desde varios frentes. El principal, el extractivismo.
Como miembro de la Red de Iglesias y Minería, el sacerdote explica cómo están trabajando para revertir este problema:
«Una acción para revertir el extractivismo es tratar de concienciar a las personas de las iglesias y de las comunidades, sobre todo del Norte global, para desinvertir en aquello que hace daño a los territorios, sobre todo a los territorios indígenas, que suelen ser los lugares de sacrificio de las grandes empresas extractivas».
«La otra acción que se hace desde la Red de Iglesias y Minería tiene que ver con la posibilidad de acompañar y de poder generar puentes entre el Norte global y el Sur global», afirma el religioso.
«Así como respetar la espiritualidad en los territorios indígenas que nos ayuda a cuidar y a cuidarnos», añade.
Frente al consumo desenfrenado, Bresciani nos recuerda que «nos hemos acostumbrado todos y todas, incluso también el mismo mundo indígena, a una cultura de la comodidad. Una cultura que nos vende la felicidad en supermercados. Y eso se nos ha metido en la sangre y en la mente».
«Soy el menor de tres hermanos y mis padres están vivos», dice Bresciani con una sonrisa, durante su visita a las oficinas de Manos Unidas en Madrid.
El jesuita recurre a una metáfora muy visual para explicar la crisis climática:
«Hay un ejemplo clásico: si uno mete una rana en una olla con agua fría y empieza a calentar la olla, la rana se va a terminar cocinando y se va a terminar muriendo. Pero si uno pone una olla con agua hirviendo y tira la rana viva en la olla, la rana va a saltar y va a salir de ahí. A lo más va a tener alguna quemadura, pero nada más. Bueno, a nosotros nos está pasando como en el primer caso de la rana en agua fría. El agua se va calentando. Crisis climática, crisis ambiental, destrucción de la biodiversidad, destrucción de nuestras relaciones biodiversas y no queremos mirar porque es incómodo y cuestiona nuestro estilo de vida».
Y concluye que «estamos yendo hacia el precipicio y no nos damos cuenta. Hay que preguntarse qué es lo que necesitamos para vivir en función del bien común. Y hay que disminuir el consumo e incorporarle una cuarta erre a lo de Reducir, Reciclar y Reutilizar. Sería Renunciar».