Nacido en el distrito de Matobo, famoso por sus colinas rocosas repletas de pinturas rupestres, Mduduzi Dube creció en un barrio al sur de Matabeleleland en Zimbabue asolado por altos índices de pobreza y desempleo que dificultan gravemente la capacidad de subsistencia de miles de familias. Huérfano de padre, la madre de Mduduzi no pudo hacerse cargo de sus hijos, por lo que les dejó en casa de su abuela cuando él tenía tan solo tres años.
A pesar de las adversidades, su abuela se aseguró de darle la oportunidad de asistir a la escuela, ayudarle en sus tareas y luchar para que tanto Mduduzi como sus hermanos pudieran recibir una educación digna. No obstante, en 2017 la abuela sufrió un derrame cerebral que le dejó en estado de discapacidad, por lo que Mduduzi tuvo que abandonar los estudios y enfrentarse al desafío de ser, ahora, el único sustento de la familia.
En 2023, Mduduzi se inscribió en el programa de Empoderamiento de jóvenes vulnerables a través de la formación profesional en Matobo, que le permitió obtener una titulación en agropecuaria y le proporcionó maquinaria, instrumentos y materiales para poder insertarse en el mercado laboral. El programa consistió en una formación de tres meses en la especialidad elegida; como contribución, los participantes aportan el trabajo de su especialidad realizando algo en beneficio de la comunidad. Los de albañilería construyen una casa para una familia en situación de vulnerabilidad; los de costura confeccionan uniformes para niños sin recursos, etc.
Como Mduduzi, casi 60 jóvenes han podido recibir formación especializada para poder insertarse en el mercado laboral
Gracias a Manos Unidas y a nuestro socio local en Zimbabue, la organización Sikhethimpilo, Mduduzi tiene ahora un pequeño huerto en un jardín comunitario cuya producción le sirve para alimentar a su familia y para la venta, junto con un compañero, se dedica a suministrar melones a los comercios locales. Además, tiene también un próspero proyecto de polluelos que compra recién nacidos y cuida hasta que crecen para venderlos. El negocio ha dado sus frutos, por lo que Mduduzi ya tiene planes para mejorar el recinto de cría y aumentar los beneficios.
Con las ganancias que obtiene del huerto, del negocio de polluelos y de una pequeña tienda antes regentada por su abuela, Mduduzi mantiene a su familia.
Obligado por las circunstancias a ser adulto siendo todavía un niño, gracias al proyecto de formación profesional, a la colaboración de Sikhethimpilo y de Manos Unidas, el joven se encuentra cada vez más cerca de cumplir su sueño de construirle una casa a quien le dio un hogar, cariño y la oportunidad de vivir una infancia feliz: su abuela.