López fue candidato para participar en la III Caravana de Ecología Integral.
Hoy, en una rueda de prensa celebrada en Madrid, los integrantes de la III Caravana por la Ecología Integral, (este año organizada por la alianza 'Enlázate por la justicia' junto a la latinoamericana RIM-Red Iglesias y Minería, el CIMI-Consejo Indigenista Misionero y la REPAM-Red Eclesial Panamazónica) han guardado un minuto de silencio por Juan López. Éste iba a formar parte de la comitiva para hacer incidencia en Europa y denunciar las prácticas extractivistas en América Latina.
En la noche del pasado sábado 14 de septiembre –madrugada del 15 de septiembre en España- moría asesinado en Honduras, el defensor de derechos humanos y del bien común, Juan López. El ambientalista, regidor del municipio de Tocoa, en el Departamento de Colón, donde también era coordinador del Comité de los Bienes Comunes, recibió varios impactos de bala a la salida de la iglesia.
Las reacciones a este nuevo asesinato de un defensor de derechos humanos en el país centroamericano no se han hecho esperar. Consternación, condena, indignación y justicia son las palabras que más se repiten en los comunicados de repulsa que se están recibiendo en Manos Unidas desde que se conoció la noticia del atentado.
López, que se oponía a la instalación en su municipio de un megaproyecto de minería extractiva, al que las organizaciones defensoras del medioambiente conocían como el «monstruo de las siete cabezas» ya había recibido amenazas y, por ello, contaba con medidas cautelares otorgadas por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos desde 2023. Unas medidas que no fueron suficientes para proteger su vida.
Manos Unidas se suma a la condena de este asesinato, un nuevo atentado contra aquellos que luchan a diario para prevenir el maltrato al planeta y por la defensa de los derechos de las comunidades indígenas y campesinas, acosadas por los poderes de las industrias extractivistas y mineras, el agronegocio y el narcotráfico.
El comunicado de la Conferencia Episcopal de Honduras, que califica a López como un hombre «comprometido con la verdad, honesto y valiente», repudia enérgicamente el «vil asesinato» a la vez que insta a las autoridades a que no solo se «hable» de justicia, sino que se trabaje «diligente y sinceramente en el deber de garantizarla a todos los ciudadanos».
Por su parte, desde Cehprodec, cuyo director Donald Hernández, también conocido activista en favor de los derechos humanos que visitó España con motivo de la presentación de la campaña «El efecto ser humano» de Manos Unidas, asemeja el crimen contra Juan Antonio López con el de Berta Cáceres, y condenan el «vil asesinato» a la vez que exigen al Estado hondureño que se realicen «todas las diligencias investigativas para dar con el paradero de los autores materiales e intelectuales de este abominable crimen y que les recaiga todo el peso de la ley».
«Honduras, tristemente conocido como uno de los países más peligrosos del mundo para quienes defienden la naturaleza y los derechos humanos, ha perdido a otro de sus valientes líderes», denuncia el comunicado de Asonog, red integrada por algunos socios locales de Manos Unidas en el país. «El asesinato de Juan López es un trágico recordatorio de la violencia sistemática que afecta a quienes alzan su voz por los bienes comunes en zonas de conflicto, donde la impunidad y la falta de acción estatal continúan siendo alarmantes», añade el escrito.
Desde Asonog, cuya presidencia ostenta CASM, uno de los principales socios de Manos Unidas en Honduras, exigen, también, que el gobierno de Honduras garantice la seguridad de quienes luchan por la protección del territorio hondureño. Y piden que la justicia deje de seguir siendo «un privilegio» en el país.
El «monstruo de siete cabezas» contra el que luchaba Juan Antonio López consiste es dos minas de óxido de hierro, una central termoeléctrica que consumiría el agua del río Guapinol, una planta procesadora del óxido de hierro y tres pozos de agua.
«Desde hace más de 30 años, nuestro trabajo en Honduras se fundamenta en el acompañamiento de las organizaciones de la sociedad civil para la puesta en marcha de programas de desarrollo enfocados en la soberanía alimentaria, la protección del medio ambiente y los pueblos indígenas, y la defensa de los derechos humanos y de los defensores que trabajan en los territorios más amenazados por intereses extractivistas y que ponen en riesgo a las poblaciones y sus recursos», explica Raquel Carballo, responsable de proyectos de Manos Unidas en Honduras.