Los mecanismos de la deuda no deben convertirse en instrumento de opresión.
El campus de Sevilla de la Universidad de Loyola ha acogido la jornada "¿Deuda o Desarrollo? Financiacion para el Desarrollo y Doctrina Social de la Iglesia". El evento, celebrado en el marco del Año Jubilar, ha sido organizado por el Departamento de Ecología Integral de la Conferencia Episcopal Española, la Archidiócesis de Sevilla y la Universidad Loyola y, entre otros, ha contado con la colaboración de Enlázate por la Justicia, de la que Manos Unidas forma parte.
El encuentro, ideado de cara a la próxima IV Conferencia Internacional de Financiación para el Desarrollo de la ONU, ha reflexionado sobre la urgencia de una justicia económica global, inspirado por la Doctrina Social de la Iglesia.
En las diferentes mesas redondas, se ha puesto de manifiesto cómo el problema de la deuda alcanza dimensiones alarmantes.
Más de la mitad de los países menos desarrollados enfrentan un sobreendeudamiento que asciende a 9 billones de dólares, y la carga del servicio de la deuda ha aumentado un 50% en la última década.
Actualmente, 3.300 millones de personas viven en países que destinan más recursos al pago de intereses de la deuda que a garantizar derechos básicos como la salud o la educación. A esto se añade la deuda ecológica, que agrava las desigualdades y pone en riesgo el bienestar de las generaciones futuras y el cuidado de la casa común.
Para paliar la situación, se ha hecho hincapié en la necesidad de realizar un cambio estructural que devuelva a la economía su función social originaria, para que todos puedan tener acceso a lo necesario para una vida digna. Para ello, se han realizado varias propuestas, de las que el manifiesto final ha subrayado las siguientes:
“La paz no puede existir sin justicia social, y la justicia social exige una transformación profunda de las estructuras económicas que perpetúan la pobreza y la desigualdad. Que este Jubileo traiga para todos, especialmente para los niños, niñas y jóvenes de los países más empobrecidos, un verdadero tiempo de gracia, justicia, y esperanza”, concluye el manifiesto.