Resumen del primer viaje de Quico Taronjí como embajador de Manos Unidas.
El domingo 16 de febrero comenzaba el viaje de Quico Taronjí a Ecuador, su primer viaje como embajador de Manos Unidas. Once horas de vuelo hacia una realidad la cual, aunque no era totalmente desconocida para él, sí iba a ser conocida muy de cerca.
Tras descansar en Quito y comenzar a aclimatarse al cambio horario y a su nuevo destino, Quico, y el equipo de Manos Unidas que le ha acompañado en este viaje, se dirigieron, en su primera jornada de trabajo, a Tabacundo, la cabecera cantonal del Cantón Pedro Moncayo y la quinta urbe más grande y poblada de la Provincia de Pichincha, al norte del país.
Allí, las mujeres se encuentran en una situación de discriminación constante, con posiciones marginales de participación en las organizaciones sociales y productivas, y con tareas principalmente encaminadas a las actividades domésticas y reproductivas, las cuales perpetúan los roles discriminatorios en la comunidad. Los sistemas de producción agrícola son ineficientes y poco ecológicos, y se han ido debilitando a la par que la seguridad y soberanía alimentarias de estas familias indígenas y campesinas.
Quico, y el resto del equipo, pasaron en Tabacundo una jornada de intercambio de vidas y experiencias, de aprendizajes y agradecimientos, comprobando, de primera mano, la importante transformación que se ha producido en la zona con el trabajo del equipo técnico de COAGRO y con el compromiso de los beneficiarios con su propio futuro.
Y allí conocieron a María, una de las mujeres beneficiarias. Su historia no es solo la de un cambio en la realidad actual, sino una esperanza de futuro, ya que, con los ingresos que María está obteniendo con la venta de los productos que cosecha está ahorrando un dinero que permitirá que su hija Belinda pueda ir a la universidad cuando sea mayor, pueda acceder a las posibilidades que ella no tuvo.
Gracias a esta iniciativa apoyada por Manos Unidas, y enmarcada dentro de un plan regional más amplio, María y el resto de mujeres, han visto fortalecidas sus capacidades como mujeres productoras, y se han agrupado en redes dentro de sus organizaciones comunitarias.
Un proyecto que ha contado con la financiación de Manos Unidas, en un 73% del coste total, para sufragar equipos, materiales, personal, servicios técnicos, viajes, estancias, funcionamiento y auditoría; y con el aporte del 27% restante realizado a nivel local, por las personas beneficiarias, por COAGRO, y por gobiernos y organizaciones locales.
El martes 18 de febrero, el grupo comenzaba una nueva jornada de trabajo tomando un avión de Quito a Puerto Francisco de Orellana, también conocida como El Coca, cabecera cantonal y capital del cantón de Orellana. Allí les esperaba el río Napo: un largo río que recorre buena parte de los territorios amazónicos de Ecuador, y uno de los principales afluentes directos del río Amazonas en su curso alto.
Por ese río navegó el equipo hasta llegar a la reserva biológica de Limoncocha, área natural protegida del país. Y visitaron el Museo del CICAME, núcleo de la comprensión de las culturas amazónicas y espacio de reflexión, fundado por los Capuchinos en 1965.
El equipo pudo apreciar la parte más bonita de la Amazonía... una región que, como comprobarían en la siguiente jornada, está gravemente amenazada.
El miércoles 19 de febrero, en Shushufindi, en el Vicariato de Aguarico, el equipo pudo conocer los efectos devastadores que la industria extractiva del petróleo está causando. Efectos con los que llevan conviviendo las comunidades asentadas en la zona desde hace más de 40 años y que les han provocado graves enfermedades por la contaminación de las fuentes de agua.
Y es que, junto con la agricultura, en el norte de la Amazonía de Ecuador la economía gira alrededor de la extracción de petróleo. Y a pesar de existir tantas fuentes naturales de agua (ríos, esteros y lagos), éstas no pueden ser utilizadas por las familias y comunidades residentes. Los esfuerzos realizados por los organismos públicos competentes para solucionar este problema son limitados, ya sea porque no disponen de recursos económicos suficientes o por decisiones inadecuadas que no responden, ni cualitativa ni cuantitativamente, a las necesidades reales de los ciudadanos.
Allí, junto a nuestro socio local FDA (Frente de Defensa de la Amazonía) constataron la crudeza de esta realidad, pero, también, la forma en la que Manos Unidas intenta ayudar a 31 comunidades locales afectadas.
La jornada del miércoles continuó con la visita a la parroquia La Primavera, en el cantón de Shushufindi, donde Quico pudo charlar con mujeres que también se han beneficiado de esta iniciativa. Una de ellas, Nelly, narraba así el cambio experimentado: "Hoy en este tiempo gozo de esta ayuda, de un agua sana, un agua limpia. Ya no bebo aguas contaminadas y doy gracias a todos los que conforman esta unidad, estas manos unidas, y pido que sigan ayudando a quienes lo necesitan".
Al anochecer, y tras sentirse conmovidos por las historias escuchadas, el equipo pudo conocer lo que en la región llaman "mecheros". En la Amazonía ecuatoriana existen más de 400 "mecheros" donde se quema permanentemente, de día y de noche, el gas asociado al petróleo que allí se extrae. Este tratamiento del gas asociado al crudo que aparece en los yacimientos es uno de los procedimientos más contaminantes: las grandes lenguas de fuego, visibles desde decenas de kilómetros, vierten a la atmósfera contaminantes como el sulfuro de hidrógeno y el disulfuro de carbono. Además, emiten partículas altamente cancerígenas que impactan, directamente, sobre los habitantes de las regiones en las que se sitúan; en ellos, en sus ríos, sus campos, su aire...
La visita a la comunidad indígena kichwa Pamiwuakucha, en la parroquia de Taracoa, y a la laguna del mismo nombre, fue una de las últimas actividades que Quico realizó junto al equipo de Manos Unidas que le acompañaba en este viaje. Allí, donde la población también se ha visto afectada por la actividad extractivista, conocieron a más personas, pusieron cara al drama de esta región del planeta tristemente "de actualidad" por el deterioro medioambiental que allí se está produciendo.
En los próximos días, Quico Taronjí seguirá compartiendo con nosotros muchas más vivencias de este su primer viaje como embajador de Manos Unidas. Porque para él, este viaje ha sido un regalo, pero también un compromiso.
Compartir tanto con vosotros ha sido dulce y edificante. Un baño de realidad amazónica nos viene bien a todos. Conocer cómo se vive en los lugares más castigados por la mano del hombre, y cómo luchan Manos Unidas y sus socios locales para mejorar las condiciones y dignificar las vidas de tanta gente pobre, ha sido un regalo que implicará compromiso. Mucho. Y estaré encantado de situar mi listón de exigencia a una buena altura. Al fin y al cabo vosotros lleváis haciéndolo y dando ejemplo durante 60 años.