El hambre en el mundo se debe a la inequidad en el acceso a los bienes, al acaparamiento de los recursos y a la insolidaridad personal y colectiva, que llega incluso a situaciones de explotación de personas y de unos países por parte de otros.
Sabemos que las condiciones climáticas adversas están afectando a la producción agrícola en algunos países, y provocando un aumento del hambre en zonas como el Corredor seco centroamericano, algunos territorios de la región del Sahel y, sobre todo, Madagascar, seriamente afectada en estos momentos por la sequía.
Las consecuencias del cambio climático afectan más a los países más empobrecidos, a pesar de que son los que menos han tenido que ver con la aceleración del problema.